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sábado, 8 de abril de 2017

Mensajes ocultos en imágenes...

Cuando alguien trata de comunicarse con otros y no quiere que le descubran, normalmente recurrirá al uso de claves secretas para codificar su mensaje haciéndolo ilegible para el resto. Pero sucede que, en muchas ocasiones, lo más obvio es lo primero que se pasa por encima sin reparar en ello. Lo que os voy a mostrar es una forma muy sencilla de intercambio de mensajes ocultos (más bien camuflados) en una fotografía.

¿Quieres saber cómo se oculta un mensaje en, prácticamente, un par de pasos?


Lo primero es partir de una forografía que tenga muchos detalles. Esa fotografía la tendrán tanto el emisor como el receptor (digamos que es "una plantilla" que ambos usarán). Por ejemplo, ésta podría servir:

Fuente: paper4pc.com
A continuación, con un programa de edición de fotografía como Photoshop se escribe el mensaje que se deseé sobre la imagen en un color que sea predominante en la imagen (en este caso tonos verdosos) y se aplica un "modo de fusión por tono". No hace falta que sepáis de qué va ésto, simplemente quedaros con que "el texto se fusiona y mezcla" con la imagen en sí misma quedando de esta manera:



A primera vista todas las imágenes son iguales... pero si se calculan las diferencias entre la original (recordad que esa la tenían tanto el emisor como el receptor) y la nueva imagen que, aparentemente es similar a la anterior, sale lo siguiente:



Si tenéis curiosidad, para calcular esas diferencias, nuevamente se ha realizado un modo de fusión por direferencia y se ha aclarado algo lo resultante.

A la ocultación de mensajes para evitar que se perciba la existencia del mismo se le denenomina "esteganografía" dentro del mundo de la criptología. Podéis ampliar información sobre ello aquí: Wikipedia - Esteganografía.

De este artículo simplemente debéis quedaros con la idea de que los mensajes entre organizaciones se transmiten de maneras muy dispares (ésta que os he mostrado es una muy sencilla para tratar de ilustrar la situación) y, en muchas ocasiones, suelen ser algunas tan sencillas que ni las grandes organizaciones contra el crimen caen en ellas.

Así fue como sucedió tras el famoso atentado del 11-S, donde se rastreó insaciablemente todo tipo de comunicación entre sospechosos hasta que se cayó en la cuenta de que lo que hacían era compartir una misma cuenta de correo en la que dejaban sus mensajes. Es decir, no llegaban a enviar correos, sino que usaban esa cuenta de correo común para escribirse a modo de borrador y, por eso, nunca se interceptaba el envío de ningún correo.




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