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miércoles, 11 de octubre de 2017

Sexting,... la antesala del pánico.

Cuando las mariposas revolotean entre los menores y hacen chispas con la tecnología… podemos tener un problema. En realidad, aunque el foco quiero ponerlo sobre los menores, pues es el sector más “sensible” de la población, esto del sexting aplica a todos: menores, no tan menores y adultos.

Pero… ¿qué es el sexting?


Volvemos a encontrarnos con un anglicismo aunque en esta ocasión es fácil adivinar su connotación sexual. Sí, va de sexo pero, como veremos, puede derivar en muchas y variopintas situaciones, casi ninguna deseable.

Básicamente consiste en compartir voluntariamente contenidos multimedia (fotografías, vídeos…) "subidos de tono" a través de los canales que dispone la tecnología (móviles, ordenadores, tablets…). En muchas ocasiones se trata de fotografías y vídeos de sexo explícito.

Si todo se quedara en la intimidad de la pareja y con la garantía de no salir de ese círculo, quizá no resultase tan alarmante pero la realidad es cruda, muy cruda. Y ello es así por varios motivos o más bien por varios riesgos:
  • Existe la posibilidad de pérdida de control sobre esos materiales una vez son enviados. Es sencillo: quien los recibe puede hacer cualquier uso de ello o difundirlo de manera anónima y mal intencionada (incluso sin ninguna intención más allá de la broma pero sin meditar las consecuencias). Una vez que las fotografías son difundidas a través de Internet es muy difícil eliminarlas.
  • En caso de una, digamos, “ruptura amorosa” puede que la pareja actúe con cierto resquemor y use este tipo de materiales para dañar al otro. Típica situación de celos, pero con un arma tan poderosa como es la difusión incontrolada de la intimidad ajena.
  • También puede suceder que este tipo de compartición de materiales íntimos se origine a raíz de una “ciber relación”, es decir, a partir de una amistad en la red en la que se va generando confianza mútua y acaba en un intercambio de imágenes sexuales. El hervor de la sangre a veces nubla la vista... pero con el matíz de que, muy probablemente, no se tiene la certeza de quién puede estar al otro lado...

Y así tantas situaciones comprometidas como os podáis imaginar...

Al final el resultado es que otras personas poseen materiales íntimos ajenos que pueden usar de la manera más dañina posible: acabar con la imagen y la reputación de una persona por los tiempos de los tiempos (además del impacto psicológico a edades tempranas...). Y, de verdad, castigar este comportamiento puede ser relativamente sencillo, pero eliminar el rastro puede ser poco menos que imposible. Imaginaros.

¿Qué legalidades existen entorno a este tipo de situaciones?

Seguramente habrá más de un sorprendido cuando lea lo siguiente:

Si la persona de la que se tienen fotografías "íntimas" es menor, se trata simple y llanamente de un delito penal aunque no se compartan. Es decir, la mera posesión de fotografías íntimas de un menor es un delito tipificado. Y da igual que quien las posea sea adulto o menor, en ambos casos es un delito y tiene sus correspondientes penas (sí, incluso en el caso de tratarse de un menor). Podéis leer el artículo 189 del código penal (prisión de 3 meses a un año o multa de 6 meses a dos años).

La difusión de contenidos violan el derecho a la intimidad de la persona afectada y puede ser considerado como un delito de descubrimiento y revelación de secretos según el  artículo 197.7 del código penal (prisión de tres meses a un año o multa de seis a doce meses e incluso el pago de una indemnización por daños morales).

Entonces ¿por qué los menores practican sexting?

Hay muchas razones, de entre las que quizás las más notorias sean:
  • Que su sexualidad comienza a hacerse notar y, en muchas ocasiones, se desvirtúa por otros muchos condicionantes psicológicos (relaciones familiares, fracasos, etc.).
  • A ello se une, en muchas ocasiones, la pura inconsciencia y falta de noción de lo que es la “privacidad”.
  • También la complicación de que, durante la adolescencia se busca la valoración del resto del grupo antes que sufrir cualquier tipo de exclusión.
  • Sobre las anteriores incide la falta natural de criterio, porque estamos hablando de edades tempranas en las que se está forjando la personalidad y, en muchas ocasiones, hace aguas precisamente por falta de experiencias anteriores.


Si a todo ésto se le suma la inmediatez y la profusión de Internet, os podéis imaginar que estamos delante de una bomba de relojería donde el mayor afectado es quien lo practique.

Además, de todo lo anterior, para los menores supone además otros riesgos añadidos como pueden ser:


¿Qué se puede hacer frente a todo ésto?

Desde luego la prevención es fundamental, seguramente sea la mejor manera de mitigar el riesgo real que está en la calle. Ello se consigue con el diálogo, con el acompañamiento desde edades tempranas en todas y cada una de las facetas de crecimiento de los menores. En fomentar su capacidad crítica desde nuestra ventaja como adultos. En escucharles desde la tranquilidad. No hacer crítica al menor (provocará ruptura y distanciamiento). Y, sobre todo, en crear finalmente un clima de confianza plena.

Pero nadie es perfecto y la vida da muchas vueltas, a veces inexplicables, de manera que ninguno somos libres de caer en cualquier tipo de problema. Si ya sufres este tipo de problemas o te sucede el día de mañana, aquí te dejo una serie de consejos:
  • Mantén la calma. El nerviosismo sólo acentúa el conflicto y no deja razonar.
  • Contacta con quien tenga o difunda los contenidos. Transmite que está incurriendo en un delito penal real, y trata de que elimine esos contenidos.
  • Jamás accedas a chantajes. Piensa que si lo haces, además de fomentar estas oscuras actividades, nunca tendrás la seguridad de que todo haya acabado ahí.
  • No culpes al menor, al contrario, estate de su lado. Lo hecho hecho está y se trata de buscar una solución.
  • Guarda las evidencias que puedas (haz pantallazos en lo que se vean las conversaciones, fotografías y lo que sea necesario) en caso de que te estén chantajeando o difunciendo sin más. Usa herramientas como eGarante.
  • Reporta los hechos a las redes sociales implicadas (en su centro de ayuda siempre hay un lugar en el que reportar).
  • Recurre a las Fuerzas del Orden: Policía Nacional y Guardia Civil.
  • Si se han difundido imágenes, ten claro que va a resultar muy complicado tener la garantía de que borren en su totalidad. Pero puedes recurrir al “derecho al olvido” en los navegadores para que retiren de sus resultados de búsquedas aquellos enlaces que puedas encontrar y en los que aparezcas tú o tus hijos.
  • Sopesa la posibilidad de contar con alguna ayuda especializada: psicólogos, terapeutas, etc. porque el impacto psicológico será grave.


Si tienes dudas sobre esta actividad o la sufres, o sobre cualquier otro tema realacionado con el ámbito de los menores y su uso seguro y responsable de Internet, tienes a tu disposición el número gratuito y confidencial - 900 116 117. Es un número que pone a tu disposición IS4K - Internet Segura For Kids (de INCIBE, Instituto de Ciberseguridad del Gobierno de España). 

2 comentarios:

  1. Maria Jose Ribera. - Presidenta de FACAE18 de octubre de 2017, 4:52

    Me gusta. Buen trabajo. Muy completo y bien explicado. Interesante para compartirlo en la plataforma FACAE.
    Enhorabuena por el blog Norberto.

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    1. Gracias también a vosotros por vuestra labor. Espero que, entre todos, logremos concienciar a la gente en cuanto a prevención y seguridad. Abrazos.

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